– 27 de abril de 2020 –


 

Trabaja en el CROS y es madre de una niña de 20 meses. Ana y su marido han conseguido crear un entorno educativo y divertido para la pequeña. “Al principio no sabíamos cómo la íbamos a entretener tantas horas. Pero poco a poco ella nos ha enseñado que las cuatro paredes de casa pueden desvanecerse y que podemos ir hasta donde nuestra imaginación alcance… Hemos viajado a una cueva como la de Atapuerca (hecha de cartón). Vamos a la playa cada vez que nos apetece jugar con arena (hecha con harina). Nos convertimos en Picasso y pintamos un mural tan espectacular como el Gernika. También nos visitan hormigas escaladoras y parlanchinas o ratoncillos saltarines (hechos con cajas de huevos). ¡Hasta una mosca que entra por la ventana es motivo de fiesta! Gracias a ella estamos aprendiendo sobre nuestra capacidad de adaptación y creatividad infinita, a ilusionarnos por los pequeños momentos y a vivir el presente sin anhelar nada más.”