– 20 de diciembre de 2021 –
COMPLIANCE E INTEGRIDAD. Sandra Olivera es parte de la familia SEAT S.A. desde el año 2000. Abogada de profesión, comenzó su primera etapa en nuestra compañía en el departamento de Servicios Legales y en el año 2011, hace 10 años, asumió la responsabilidad de poner en marcha el sistema de Compliance.
Sandra, ¿cómo valorarías la evolución de la cultura de integridad y compliance a lo largo de estos 10 años? En tu opinión ¿en qué momento de madurez se encuentra el modelo de compliance en nuestra compañía?
En mi opinión, la evolución de la cultura de compliance e integridad ha sido exponencial, no sólo a nivel de funciones y responsabilidades del propio departamento sino a todos los niveles de la organización. La cultura de compliance e integridad forma parte del ADN de la compañía y supone un valor intangible esencial para la sostenibilidad de la compañía. Y esto es un logro alcanzado por toda la plantilla. Lo que comenzó como consecuencia de requerimientos legales, ha alcanzado su cúspide de robustez dando la misma importancia a “lo que hacemos” y a “cómo lo hacemos”, siempre actuando con responsabilidad, con convicción, siendo firmes en nuestras decisiones, sin bajar la guardia y trabajando como un único equipo.
Y en temas de integridad, ¿cuáles son los riesgos o incluso los retos a los que se enfrenta el sector automovilístico?
En un momento inicial, podríamos hablar de riesgos como la corrupción, el trato con el sector público, blanqueo de capitales en las transacciones comerciales, riesgos con socios comerciales. Estos, ahora, se unen también a los nuevos escenarios, como los nuevos modelos de negocio, la electrificación, la digitalización y la inteligencia artificial entre otros. Para adaptarnos es importante poner el foco en las personas. Y surgirán muchos otros retos que hoy ni siquiera son previsibles. En este contexto es aún más necesario continuar trabajando en la cultura de integridad, para asegurar que seguimos actuando de forma correcta previniendo conductas inapropiadas y sus posibles consecuencias.
El hecho de poner en marcha programas de fomento de cultura de integridad, ¿es porque se tiene alguna duda sobre la integridad de las personas que formamos parte de la compañía?
No, rotundamente. Hablamos de integridad para enfatizar la necesidad de dirigir nuestras conductas, siempre buscando la mejora continua en nuestra forma de trabajar y alcanzar éxitos sostenibles y duraderos. Esto se consigue no sólo cumpliendo las normas sino teniendo una actitud firme, íntegra, sobre todo en aquellas zonas grises donde no tenemos una norma específica y clara al respecto.
¿Cómo ves el futuro de Compliance e Integridad? ¿es una moda, una necesidad o una forma de ser?
En mi opinión es una combinación de todas ellas. Una moda, porque en el mercado se está teniendo muy en cuenta a la hora de valorar en positivo a una compañía, convirtiéndolo en un factor competitivo y un valor añadido. Una necesidad, creada por un entorno muy demandante y por nuevos retos como la electrificación, nuevos modelos de negocio, la digitalización e inteligencia artificial donde más que nunca debemos poner el foco en las personas. Y una forma de ser, porque compliance, en definitiva, es aplicar normas y procesos, pero integridad es nuestra forma de ser y de hacer. Sin duda, la clave del éxito radica en las personas que formamos parte de la compañía. —